Publicado el: 6/24/2021 12:00:00 AM por admin

Esta sociedad ha deseado y luchado por una justicia independiente, valiente y real, capaz de enderezar los torcidos caminos que la falta de institucionalidad abrió por largo tiempo a la impunidad frente a la corrupción y el crimen organizado.

El trípode de la esperanza de ese anhelo lo componen hoy la procuradora general Miriam Germán y sus adjuntos, Yeni Berenice Reynoso y Francisco Camacho, encarnando el primer esfuerzo de gran calado contra los desfalcos al Estado.

Aguijoneada por esa aspiración, la mayoría de los dominicanos decidió tomarle la palabra al entonces candidato presidencial Luis Abinader y, con más votos que los de su propio partido, lo ascendió al poder en el 2020 para que desde allí motorizara la materialización de esa esperanza.

Al otorgarle independencia al ministerio público y honrar su vital distanciamiento de las acciones y decisiones de los fiscales, el presidente Abinader ha dado sentido a la doctrina constitucional sobre la separación de poderes, parte medular de un Estado democrático, asumiendo una actitud de tolerancia cero frente a la corrupción, incluyendo las tempranas indelicadezas de algunos de los nuevos funcionarios.

El otro momento reciente en que las esperanzas de una verdadera justicia y castigo a la corrupción alcanzaron un pico alto fue cuando estalló el escándalo de Odebrecht. Pero ha terminado en un fiasco jurídico y en una decepción nacional imperdonable.

Ahora, lo que le da sustancia a un renacer de los esfuerzos por rescatar a la Patria de estos desatinos es la confianza en este trípode de la esperanza que representan los magistrados Germán, Reynoso y Camacho, girando sobre el eje del mentor de esta línea de institucionalidad: el presidente Abinader.

Insensatos, malévolos y traidores serán quienes, desde nidos conspirativos o desde las pesadillas que sienten los malhechores cuando están cercados, pretendan atentar contra la integridad y la reputación de estos magistrados o colocar barreras a su libre accionar para matar la esperanza de una justicia empoderada, no secuestrada ni intimidada.

Tremendo el compromiso histórico de los que forman este trípode de la esperanza y el de la sociedad misma para que no se disuelva ni se quiebre en estos momentos trascendentales. Es un reto compartido que no admite paños tibios ni retrocesos.

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