Publicado el: 3/24/2021 12:00:00 AM por Admin

Aunque tiene 106 años, la señora Audilia Pérez Germán todavía se pre­ocupa por la educación y los buenos modales, año­rando su época de juven­tud, cuando, desde su rol de maestra, orientaba a los alumnos a tener buena formación, pero convenci­da de que se empieza por el hogar.

De forma atenta y con mucha amabilidad, reci­bió a un equipo de Listín Diario, junto con el único hijo que parió, en el apar­tamento donde viven mo­destamente, que le entre­gó el presidente Joaquín Balaguer en 1993, en el sector Los Ríos del Distrito Nacional.

Esperaba por la entre­vista sentada en un mue­ble, y con un bastón al la­do derecho que casi no usa. Tan pronto entramos al apartamento se puso de pie, saludando con bastan­te ánimo y mucha cortesía.

Sin que mediara pregun­ta alguna, arrancó dirigién­dose al fotógrafo para elo­giarle el color del pantalón, dando demostración de ser una mujer que toma en cuenta los detalles.

¡Qué lindo está ese pan­talón crema! Fue su pri­mera expresión. El crema es su color favorito. Así está pintada la pared del apartamento y los mue­bles de la sala.

Desde el inicio de la en­trevista se enfocó en dar a conocer sus cualidades. A la vez que recordaba cómo fue su formación y cómo era la educación en su tiempo, iba haciendo una crítica a la nueva generación y al siste­ma docente actual.

“Yo tuve lo que hoy en día da brega encontrar”, acotó, y luego de pausar para pedir que no la inte­rrumpan, concluyó la idea expresando que “hoy en día me quedo sorprendi­da, no hay distinción, no hay respeto, la vida es lo que usted quiera, los mu­chachos entran a la casa sin saludar”.

Aunque habla con luci­dez y precisión, no retiene informaciones sobre la can­tidad de años que duró im­partiendo docencia ni de los centros educativos don­de trabajó, que le permi­tieron recibir una pensión de 8,500 pesos, que ahora constituye el único ingreso de Audilia Pérez Germán y de su hijo Domingo Fernán­dez.

Lo que sí conserva en su memoria es que fue directo­ra de un instituto comercial que fundó en Ciudad Nueva, del Distrito Nacional, donde enseñaba mecanografía y ta­quigrafía, lo cual refería cons­tantemente durante la con­versación, sobre todo para hacer hincapié en el trato que daba a los estudiantes, algu­nos de los cuales les exonera­ba el pago.

Se definió como una maestra distinguida y queri­da en Ciudad Nueva por su carácter y porque no le ha­blaba mal a nadie.

Hizo una breve pausa pa­ra pensar lo que iba a decir, y luego refirió que estaba un poquito olvidadiza. Al retomar el hilo de la conver­sación, enfatizó: “los alum­nos se portaban bien, por­que cuando iban a entrar a la escuela se paraban en la puerta y saludaban, porque yo los enseñaba, si no lo ha­cían, los regañaba”.

“Cuando no saludaban yo los devolvía a la puer­ta para que saludaran”, re­saltó. Y de inmediato cues­tionó que “ahora no, ahora desde la puerta vocean, no saludan”.

Por eso percibe que la educación en el país no es­tá caminando bien. “Aquí yo no noto que existe edu­cación. No se está dando educación en las casas. La educación empieza en el hogar”, precisó.

Recuerda que antes tenía que aprenderse muchos li­bros para luego enseñar a los estudiantes.

Destaca que procede de una familia educada y con buena formación.

“La educación es la base de todo”, asegura. Vive sin opulencia, pero cree que es rica, por la educación que tiene.

Una ofensa
Para doña Audilia represen­tó una ofensa la forma en que un director de una es­cuela la recibió cuando iba a comenzar a trabajar.

“Me dijo que yo tenía un buen cuerpo, yo le dije que su atención no era ha­lagarme, sino presentarme como profesora”, contó. El director la enamoró pe­ro ella reaccionó molesta. Le señaló que tuvo un so­lo novio, de su barrio, que se casó con él, y que aun­que estaba soltera en ese momento porque su espo­so murió muy joven, él no debía estarla enamorando.

“Tuve mi novio, fue mi es­poso, y aquí estoy viuda, no he visto un hombre más”, co­mentó. Por eso, más adelante precisó que solo tuvo un hijo, que tenía 5 años cuando mu­rió su padre.

Su fe en Dios le ha permiti­do llegar a 106 años. Al acos­tarse y al levantarse cada ma­ñana agradece al Señor por mantenerla viva, con expre­siones como “Gracias Jesús, Tú estás conmigo”.

Estar informada
Le gusta ver televisión para estar informada de lo que ocurre en el país.

“Yo no me acuesto sin noticia”, enfatizó.
No obstante fascinarle ver te­levisión, desaprueba las cla­ses no presenciales. “Yo no noto que la enseñanza sea verdadera dándola por la te­levisión, es personal”, dice.

Cooperación
A su carácter y forma de comportarse atribuye que ahora varias vecinas la pro­tejan y se preocupen por su alimentación, llevándole comida casi todos los días.

Durante la entrevista lle­gó una joven a su puerta para pasarle comida y ella se acercó de una vez pa­ra prestarle la debida aten­ción, aunque necesitó de la ayuda de su hijo porque el plato estaba caliente.

“Todavía yo como, no co­mo cantidad, pero como, por eso me traen, porque saben que yo como de to­do”, enfatizó.

Activa
Ya no cocina porque ha per­dido la agilidad, pero toda­vía prepara café por la ma­ñana. Para mostrarnos que está en condición de hacer­lo, fue a la cocina, prendió la estufa y colocó una greca. Sus vecinos le pasan comi­da o su hijo sale a comprar­le algo.

Le gustaba bailar en su ju­ventud y aunque ya no pue­de hacerlo, se cuadró con su hijo para exhibir como lo ha­cía antes en fiestas sociales.

Así como tuvo el detalle de apreciar el color del pantalón del fotorreportero a la llegada, cuando nos despedía se dirigió a mi para decirme: “Está lindo el color del pelo, ni está rojo, ni está negro”.

DATOS
Origen
Nació el 9 de julio de 1914, en Ciudad Nueva, Distrito Nacional.

Salud
Ya camina lento, y a veces con un bastón, por proble­mas de circulación, que hace se le hinchen las pier­nas. Sufre de presión baja.

Vacunación
Aun no ha sido vacunada contra el covid-19. Su hijo le hizo una cita y espera que vayan a inyectarla a la casa.

 

Fuente

Listin Diario