Publicado el: 1/21/2021 12:00:00 AM por Admin

Nueva York, 15 de diciembre de 2020 – La pandemia de la COVID-19 constituye la crisis más reciente que ha enfrentado el mundo, pero no será la última a menos que los humanos moderemos las presiones que ejercemos sobre el planeta. Así lo señala el recién publicado informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que incluye un nuevo índice experimental sobre progreso humano en el que se integran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países (una medida de la extracción de materias primas en el mundo para cubrir la demanda nacional).

“El poder que ejercemos los humanos sobre el planeta no tiene precedentes. Frente a la COVID-19, temperaturas que rompen registros históricos, y una desigualdad que se reproduce, ha llegado la hora de utilizar ese poder para redefinir lo que entendemos como progreso, de manera que nuestras huellas de carbono y de consumo dejen de permanecer ocultas”, dice Achim Steiner, Administrador del PNUD.

La edición del 30 aniversario del Informe sobre Desarrollo Humano, “La próxima frontera: desarrollo humano y el Antropoceno”, considera que las personas y el planeta estamos entrando en una era geológica completamente nueva, el Antropoceno o era de los seres humanos. En este contexto, los autores afirman, ha llegado la hora de que todos los países, ricos y pobres, rediseñen sus trayectorias de progreso asumiendo de manera plena, el estrés que estamos ejerciendo sobre la Tierra, y desmantelando los enormes desequilibrios de poder y de oportunidades que impiden el cambio.

El informe introduce una variante experimental del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Al ajustar el IDH, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de los países, para incorporar otros dos elementos — las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países— el nuevo índice ilustra la transformación que podría darse en el ámbito del desarrollo si tanto el bienestar de las personas como la integridad del planeta fueran considerados de manera conjunta como piedras angulares de la definición de progreso humano.

El Informe presenta a los líderes mundiales una cruda realidad: “Este informe nos señala la urgencia de hacer una transformación sistémica que nos ayude a repensar como nos relacionamos los humanos con el planeta, y a cambiar las normas sociales y los sistemas de gobernanza para crear sociedades productivas, inclusivas y resilientes que trabajen de la mano de la naturaleza.” afirmó Luis-Felipe López-Calva, Director Regional del PNUD para América Latina y el Caribe.

El Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias (PHDI, por sus siglas en inglés) saca a la luz un nuevo panorama mundial con una perspectiva menos idílica y más sincera sobre el progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material. Sin embargo, países como Costa Rica, Moldavia y Panamá suben al menos 30 puestos, mostrando que es posible reducir la presión sobre el planeta.

Nuevas estimaciones prevén que en el año 2100 los países más pobres del mundo podrían experimentar hasta 100 días anuales más de clima extremo debido al cambio climático, cifra que podría rebajarse a la mitad de implementarse plenamente el Acuerdo de París.

“La próxima frontera del desarrollo humano no debe entenderse como un dilema entre personas y el medioambiente, sino que se trata de reconocer que, hoy, el progreso humano sostenido por un crecimiento desigual y basado en el carbono es un ciclo completamente agotado”, dice Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.

El Informe añade que las desigualdades dentro y entre los países podrían abordarse con actuaciones desde el sector público, y ofrece ejemplos que van desde la aplicación de regímenes fiscales más progresivos hasta la protección de las comunidades costeras a través de mecanismos de inversión preventiva y aseguramiento, medidas que podrían llegar a proteger a 840 millones de habitantes en las regiones costeras de todo el mundo. Sin embargo, es preciso que los esfuerzos se realicen de manera concertada a fin de garantizar que las medidas que se tomen no contribuyan aún más al enfrentamiento de las personas con el planeta.

Desarrollo Humano en República Dominicana

Según el Informe, cuyo análisis responde a datos disponibles hasta el 2019, República Dominicana mantiene su categoría de desarrollo humano alto. Sin embargo, al ajustar el índice de acuerdo con las presiones planetarias (PDHI), el país pierde 3.8%, siendo el valor resultante del PHDI 2019 de 0.727, una diferencia respecto al 0.756 del IDH 2019. Esta medida toma en cuenta que la producción de emisiones de dióxido de carbono per cápita para República Dominicana es de 2.3 toneladas y la huella material per cápita es de 6.6 toneladas, ambas por debajo del promedio de los países de desarrollo humano alto (5.1 y 15.2, respectivamente) y del promedio de la región (2.8 y 12.4, respectivamente). Sin embargo, República Dominicana sigue siendo uno de los países más vulnerables ante choques climáticos (30.2% de los hogares enfrentan alta vulnerabilidad frente a los choques climáticos), demostrando la urgencia de la acción global para mitigar los efectos de la actividad humana sobre los recursos naturales, sin frenar el crecimiento socioeconómico.

A nivel general, se observa que la República Dominicana aumentó ligeramente todos los indicadores del Índice de Desarrollo Humano, pasando del puesto 89 en el 2018 al 88 en el 2019, mejorando una posición y mantiene su tendencia positiva en el periodo 1990 al 2019. La esperanza de vida al nacer es de 74.1 (pasando de 73.9 en el 2018), los años de escolaridad esperados son 14.2 (pasando de 14.1 en el 2018), los años promedio de escolaridad son 8.1 (pasando de 7.9 en el 2018) y el ingreso per cápita de $17,591 dólares (pasando de $15,074 en el 2018).

Por otro lado, la desigualdad continúa siendo un reto, con el país reportando una pérdida del 21.3% debido al ajuste del Índice de Desarrollo Humano por desigualdad. Asimismo, la COVID-19 plantea nuevos retos, y supone un aumento de la presión sobre los recursos naturales, así como una explotación insostenible de los mismos. La huella ecológica sobre los ecosistemas, derivada de los patrones de producción y consumo insostenibles refleja que estamos ‘viviendo a crédito’, presionando la capacidad que tiene el planeta de proveer capital natural.

La Encuesta SEIA-Red Actúa, realizada a hogares dominicanos en condición de vulnerabilidad, encontró que, para septiembre, un 10.0% de los hogares encuestados indicó que durante la cuarentena el hogar ha realizado un mayor uso de los recursos provenientes de ríos y bosques. De estos, 39.0% indica que el mayor uso de recursos se relaciona con recolección de leña para para cocinar, 22.2% con pesca o caza para el consumo en el hogar y 20.6% con recolección de plantas/ frutas para la venta.

 

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