Publicado el: 11/3/2020 12:00:00 AM por Admin

Para muchos de nosotros, no hay nada más abrumador que verse frente a frente a una página en blanco. Claro, un nuevo comienzo significa que puedes tomar un proyecto en cualquier dirección, pero sin límites puede volverse rápidamente arrollador.

Sentarse a empezar una tarea que requiere demasiada energía mental puede parecer la parte más difícil del esfuerzo. Pero comenzar se trata de entender y superar los obstáculos -sean mentales, emocionales o físicos- que nos detienen para sumergirnos en ello.

“La procrastinación no espera y es más que retraso. Es una decisión de no actuar”, dice el psicólogo Joseph Ferrari, de la Asociación Americana de Psicología. “Es de mucha ayuda y utilidad reunir información para tomar una decisión informada, pero cuando se hace en las fuentes no adecuadas, entonces viene la indecisión y la espera es contraproducente”.

Entonces, ¿qué es exactamente lo que te regresa al punto inicial y cómo puedes pasar esa resistencia? Aquí está lo que las investigaciones revelan sobre nuestros cerebros inteligentes propensos a la procastinación.

La ciencia del cerebro detrás de nuestra duda a empezar

Todos estamos equipados con nuestro propio y único conjunto de complejos. Perfeccionismo. La presión del tiempo. Impulsividad. Desorganización. Elige tu veneno. Las investigaciones en neuropsicología revelan que la raíz de aplazar el comienzo de una tarea no viene de un factor específico. Está basado en alguno de los nueve aspectos de las funciones que ejecuta el cerebro que está fuera de funcionamiento.

“La procrastinación es cada vez más reconocida como una falla en la autoregulación, de tal forma que los procrastinadores, en relación con los que no postergan, pueden tener una capacidad reducida para resistir las tentaciones sociales, las actividades placenteras y las recompensas inmediatas cuando los beneficios de la preparación son distantes”, escribieron los investigadores en una examinación realizada en 2012 sobre los hábitos de los estudiantes.

Eso significa que cualquier cosa, desde la impulsividad hasta el automonitoreo, la planificación, el cambio de actividad, el inicio de tareas, el monitoreo de tareas, el control emocional, la memoria de trabajo o la disciplina, pueden evitar que comiences una tarea. En otras palabras, tus retos con iniciar podrían ser muy diferentes a los de alguien más. Entonces, mientras la poca concentración es la causa de la procrastinación de algunas personas, el perfeccionismo podría ser el culpable para otros, dicen los investigadores.

Soñar en grande puede ser contraproducente

Walt Disney dijo célebremente: “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”. Pero mientras soñar en grande funcionó para la mente maestra detrás de Mickey Mouse, había ciertamente más trabajo que sólo un sueño. Las investigaciones han demostrado que fantasear de más con una idea puede, de hecho, frenar que la empecemos.
“La teoría dice que si podemos imaginar nuestro futuro éxito, entonces eso nos motivará”, escribe el psicólogo Jeremy Dean en su libro Hacer hábitos, romper hábitos. Pero mientras Dean reconoce que el pensamiento positivo puede ser un importante motivador, también dice que la acumulación de lo que llamamos “fantasías positivas” sobre nuestro futuro éxito podría ser contraproducente.

“El problema con las fantasías positivas es que nos permiten anticipar el éxito aquí y ahora. Sin embargo, no nos alertan de los problemas que probablemente enfrentaremos a lo largo del camino y que pueden desmotivarnos”.

Eso no quiere decir que soñar en grande sobre el final de una meta sea una mala idea. Lo importante es cómo te aproximas a ese pensamiento. “Opuesto a fantasear, una manera efectiva de visualizar el futuro es pensar sobre el proceso que involucra alcanzar una meta, en vez de sólo el estado final de haberla alcanzado”, dice Dean.

Evitar la trampa del trabajo duro

Nuestro cerebro ama el trabajo duro. Es satisfactorio vaciar el correo u organizar los papeles del escritorio porque tienes un premio inmediato y tangible de ver tus resultados justo en el momento. Pero con frecuencia llenamos nuestros días con trabajo duro como una manera simple de evitar empezar con el trabajo que, de hecho, necesitamos hacer.

En vez de pensar en una larga lista de tareas que necesitas haber hecho al final del día, enfócate en las tres cosas más importantes por solucionar, aconseja el coach de productividad, Michael Bungay Stanier. “No es una medida de éxito tachar cuarenta y siete actividades hechas en un día si no has completado las que más importan”, escribe Stanier. “Define las tres acciones de mayor impacto que quieres hacer cada día y enlístalas como tareas de todos los días en tu calendario, así las recordarás”.

Sé más indulgente

Al retrasar una tarea lo suficiente puedes caer en la trampa de sentir como si simplemente fuera muy tarde para empezar. ¿Cuál es el punto? Te preguntarás a ti mismo. “Ya estoy tan atrasado”. No tan rápido. Resulta que el perdón juega un importante papel en ayudarnos a comenzar tareas tediosas que hemos estado evitando.

El psicólogo Tim Pychyl y su equipo de investigación del Departamento de Psicología de la Universidad de Carlton estudió la conexión entre el perdón y la iniciación de tareas analizando los patrones de estudio de los estudiantes universitarios. Descubrieron que aquellos estudiantes que eran capaces de perdonarse a sí mismos por sus retrasos en los estudios de su primer examen fueron capaces de superar la procastinación y empezar a estudiar más pronto para su segundo examen. Los investigadores describen:

Ninguno de nosotros es perfecto. Mientras estés tentado a regañarte por tardarte en un proyecto, recuerda que no hay un tiempo “correcto” designado para empezar. Nunca es tarde y después de todo, sólo somos humanos. Así que conoce tus debilidades, perdónate y sólo comienza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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