El gobierno ha convocado a los entes decisivos de la vida política, económica y social a un diálogo para impulsar las reformas que el país necesita para entrar en la modernidad post-Covid.
Es esta una iniciativa de trascendental importancia si tomamos en cuenta que con los cambios que ha experimentado el mundo a causa de la catástrofe pandémica, el país tiene que buscar nuevas rutas para su desarrollo.
El gobierno ya ha dado muestras de su capacidad para consensuar.
Lo ha hecho para trazar acciones en la lucha contra el coronavirus, los desafíos de un modelo híbrido de educación y en la nivelación de precios de productos de primera necesidad.
En esta ocasión, el diálogo abordará los cambios que ameritan el sector eléctrico, el de agua, el laboral, la seguridad social, el régimen tributario, el de la salud, y las políticas y legislaciones para reforzar los mecanismos de transparencia y la institucionalidad.
Podemos dar un hermoso ejemplo al mundo cuando todo el liderazgo nacional se alinee en un propósito de esta envergadura, empujando el tren del cambio en una única dirección: aquella que favorezca el bien común y una mejor coexistencia social basada en la unidad y la solidaridad.